China instala cámaras de reconocimiento facial en iglesias en nueva ola de persecución cristiana
El gobierno chino ha intensificado su vigilancia sobre las comunidades cristianas, instalando cámaras de reconocimiento facial en las iglesias de todo el país. Según testimonios de líderes cristianos y organizaciones de derechos humanos, las cámaras se colocan en las cuatro esquinas de los templos, incluso en el púlpito, con el propósito de monitorear e identificar a todos los asistentes a los cultos.
Esta medida tecnológica coincide con una nueva ola de represión impulsada por el líder supremo Xi Jinping. En el contexto de presión económica y descontento social, provocado en parte por la desaceleración de la economía y la subida de aranceles en exportaciones a EE.UU, el gobierno chino ha respondido con arrestos de pastores y restricción total a las actividades misioneras extranjeras.

Pastores han sido encarcelados incluso por motivos como recoger diezmos y ofrendas, una actividad ahora considerada delito en las iglesias domésticas y a veces calificada como “fraude comercial”.
Además de la vigilancia electrónica, el control ideológico se ha endurecido: en las iglesias registradas oficialmente, es obligatorio cantar primero el himno comunista y rendir homenaje a los héroes del Partido antes que adorar a Jesucristo. Las actividades educativas cristianas y la presencia de niños en servicios religiosos siguen estando prohibidas por ley en los templos autorizados.
La sofisticada tecnología de reconocimiento facial empleada en las iglesias es parte de un sistema de supervisión de alta tecnología que el gobierno chino usa para controlar a minorías religiosas y étnicas, recolectando también datos biométricos y bases de datos de fieles sin su consentimiento. Según expertos, el objetivo es identificar posibles “elementos subversivos”, intimidar a los creyentes y desalentar la participación en la vida eclesiástica.
A pesar de la represión, el cristianismo continúa creciendo en China. Líderes como Jeff King (International Christian Concern) subrayan que el hambre espiritual aumenta entre la población ante el dolor y la crisis, y que, aunque muchos buscan la democracia y la libertad, lo que el pueblo realmente ansía es la fe.
La situación en China es un recordatorio urgente de la importancia de apoyar, orar e informar sobre la persecución religiosa y la resiliencia de la Iglesia en uno de los escenarios más vigilados y restringidos del mundo.




